Esto que veis ¿es abstracto o es figurativo? Con esta pregunta en la mente un grupo de guías oficiales colegiados recorrimos con interés las distintas salas del sorprendente y quizás poco conocido Museo Fundación Juan March, ubicado en el número 11 de la calle San Miguel en lo que fue una antigua casa señorial del siglo XVII, Can Gallard del Canyar, adquirida por Juan March Ordinas, allá por 1916.
Más de 1600 obras de arte español contemporáneo son exhibidas en rotación entre este museo, creado en 1994, y el Museo de arte abstracto español de Cuenca fundado en 1966.
El museo palmesano presta atención a las vanguardias y tendencias del arte español de las últimas décadas del siglo XX, lo que permite ver su evolución, aunque uno no sea entendido en arte moderno.
Dos obras presiden la entrada del museo y nos dan la bienvenida:
Alfonso Albacete, 1958. “En el Estudi”
“Esta obra ¿es abstracta o es figurativa?”, nos pregunta Toni Ferragut, técnico del museo, y nuestros ojos empiezan a recorrer el cuadro buscando formas. Al principio resulta difícil, hasta que Toni nos va descubriendo la obra: el espacio que crea el arco que se ve en uno de los lados, el banco y la luminosidad que genera la ventana; la mesa del artista, el artista pintando. Este cuadro, representa el proceso creativo de 1 artista, en realidad es un retrato. ¡Quién lo diría!
Con esta sencilla prueba todos entendemos rápidamente cómo distinguir una obra figurativa de otra abstracta, o eso pensamos, porque al pasar a la siguiente sala nos dimos cuenta de lo difícil que resulta y de cómo el universo creativo del autor de cada obra nos lleva a una realidad totalmente ausente a simple vista. Es como si la obra fuese cobrando vida a medida que conocemos lo que el artista quiso expresar al crearla. El arte abstracto y su interpretación subjetiva.
Así vamos pasando de sala en sala mientras Toni nos introduce en las primeras “Vanguardias” de la pintura contemporánea española.
Y descubrimos un cuadro de Juan Gris, el precursor del cubismo, y entendemos la complejidad de su universo creativo. Los cubistas eran naturalistas que, tras la invención de la cámara fotográfica, deciden que ya no hace falta reflejar el objeto tal y como lo ve el ojo humano. Entonces deciden descomponer mentalmente la figura y volver a recrearla completamente desestructurada, para que el que mira tenga que “currarse” su interpretación. Y si lo observas detalladamente, puedes ver su contenido: 1 mesa, 1 vaso, 1 cuadro, 1 taza pintada desde todos los ángulos.
En la misma sala vemos una obra de Dalí, pintor surrealista, esta obra es tardía, de los años 60. Claramente se aprecia la irrealidad en las figuras humanas que se triplican en el cuadro, los animales imaginarios, nada tiene sentido. Un desierto, una mujer que aparece tres veces en el cuadro en distintas posturas, una luz irreal…
Y completa la sala un Miró, pintado en Francia en 1937. El Perroquet. Miró acababa de llegar al país galo, tras el estallido de la guerra civil y no tiene dinero, así que utiliza materiales pobres, cartulina, tela. El cuadro está cargado de simbología: los colores rojo y gualda, la bandera francesa, un pájaro que representa la libertad, un paisaje nocturno, de huida.
Seguimos adentrándonos en las vanguardias del arte en los 60 en España y nos acercamos al movimiento conocido como “Informalismo”. Estos artistas encontraron la manera de protestar con sus obras abstractas, que nadie entendía, y que daban al arte español de la época un halo de modernidad. Por eso el régimen franquista se esforzaba en exponerlas en ferias internacionales para mostrar al mundo que España era moderna. Por lo tanto nos encontramos con obras abstractas para el observador que en la mente del artista son figurativas, pues recrean una imagen de denuncia.
Canogar y su “Raza” y esa lucha de colores, con un contorno que recuerda al mapa de España y para el que se inspira en un cuadro de Rembrandt “Le Boef écorché”.
Vemos obras de Antonio Tapies, el artista más famoso del informalismo. De Josep Guinovart y de Antoni Clavé.
Hay una escultura que nos llama la atención. Representa los vientos Alisios y es de Martín Chirino, de 1966. Este artista de origen canario, utiliza dos elementos clave: el hierro y el movimiento que representa la espiral, compacta, que está relacionada con las culturas primitivas canarias.
Llegamos a una sala donde se exponen entre otras las obras de 3 artistas que fueron los grandes artífices del Museo de Arte abstracto de Cuenca, que también pertenece a la Fundación Joan March. Fernando Zóbel, Gerardo Rueda y Gustavo Torner . Hubo más pero ellos tres fueron los más destacados y quienes crearon esta colección que vemos hoy.
Nos llama la atención el cuadro de Fernando Zóbel, La Vista XXVI, de 1974, representa 2 montañas de una mística increíble, por el color y la luz que recrean. Él era médico de profesión y pintó el cuadro utilizando jeringuillas.
En la siguiente sala entramos en el mundo del “Pop Art” español, esa tendencia que coge obras clásicas y las banaliza con objetos cotidianos, elevados a la categoría de arte.
Y así, vemos un cuadro de las Meninas representadas en un salón de los años 70, con juguetes actuales.
En la planta de arriba, continúa la exposición permanente del museo, con una obra casi mural de Luis Gordillo, que representa un “batiburrillo” de imágenes que él llama “dibujos de teléfono” o los típicos garabatos que haces en un blog mientras hablas con alguien. Él los juntó todos y creó esta obra una mezcla de arte figurativo y abstracto con objetos cotidianos y figuras abstractas.
Y nos quedamos con ganas de seguir.
La exposición temporal “Descubrimientos Millares” del artista canario Manolo Millares se exhibe en el museo hasta el próximo 5 de junio, con su obra gráfica completa, unos 50 trabajos gráficos.
Visita interesantísima, damos las gracias a Toni Ferragut, técnico del Museo e historiador del arte que nos acompañó durante el recorrido. ¡Esperamos regresar pronto!
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