El pasado 2 de diciembre, visitamos la fábrica de vidrio soplado “Lafiore” como parte del programa formativo que organizamos anualmente aprovechando la temporada baja. En esta visita formativa asistimos varios colegiados con el propósito de redescubrir y valorar los conocimientos sobre este oficio artesano, clave en la identidad cultural de nuestra región.
De la mano de Sonia Torres, directora de proyectos y comunicación, nos adentramos en el fascinante mundo de la historia y técnica del vidrio soplado, un arte que conecta tradición, creatividad y sostenibilidad.
Aunque se desconoce con exactitud cuándo y dónde surgió esta técnica, se piensa que su origen está en Mesopotamia, donde se han hallado fragmentos de vidrio que datan del 5000 a.C. En el siglo XIII, Venecia destacó como epicentro de la producción, protegiendo celosamente los secretos de este oficio mediante leyes estrictas que prohibían a los maestros artesanos abandonar la isla de Murano. Sin embargo, algunos sopladores llegaron a Mallorca de manera clandestina, y fue así como los vidrieros locales aprendieron directamente de los maestros de Murano. Esa herencia es la que nuestros artesanos han mantenido viva, adaptándola con el tiempo para incorporar técnicas más responsables y respetuosas con el entorno
Un aspecto clave para comprender este oficio es diferenciar entre cristal y vidrio. Mientras que el cristal contiene óxido de plomo, lo que lo hace más pesado y no reciclable, el vidrio es un material 100% reciclable, lo que lo convierte en una opción más sostenible y alineada con el cuidado del medio ambiente.
En “Lafiore”, la sostenibilidad es una prioridad. La empresa colabora con cadenas hoteleras de Playa de Palma, que les proporcionan botellas de vidrio transparente que, tras ser limpiadas y trituradas, se reutilizan en el taller. Este proceso de reciclaje culmina en los hornos, donde el vidrio se funde a 1.200 ºC para crear piezas únicas. La pigmentación de las obras se logra añadiendo fragmentos de vidrio de colores, transformando materiales desechados en objetos de arte funcional.
Muchos de estos productos retornan a los hoteles como regalos empresariales exclusivos, promoviendo la artesanía local entre los visitantes. Otros se venden en la tienda de la fábrica, fomentando el consumo de productos de kilómetro cero.
Para reforzar su compromiso ambiental, “Lafiore” evita el uso de plásticos en sus envoltorios. En su lugar, utilizan periódicos antiguos de editoriales locales, prolongando el ciclo de vida de este material y reduciendo la huella ecológica de su actividad.
En la tienda de “Lafiore” pudimos contemplar y disfrutar de una amplia selección de piezas artesanales: aceiteras mallorquinas, floreros, jarrones, vasos y platos, cada uno con un carácter único y profundamente arraigado en nuestra cultura.
Además, el espacio incluye una muestra de otras disciplinas artesanales, como la cerámica, elaborada por creadores locales que trabajan en los espacios de coworking habilitados en el piso superior de la fábrica. Estos espacios fomentan la colaboración y el crecimiento de la comunidad artesana de la isla, contribuyendo a preservar oficios tradicionales en un mundo en constante cambio.
Como guías, nos apasiona promover experiencias auténticas que respeten la identidad y los recursos locales. Estamos convencidos de que el turismo puede y debe ser una fuerza positiva para el desarrollo sostenible. Por ello, animamos a nuestros visitantes a consumir productos de kilómetro cero, apoyar la artesanía local y respetar la vida cotidiana de las comunidades que nos acogen.
Agradecemos y respaldamos el proyecto de “Lafiore”, un ejemplo inspirador de cómo la tradición y la sostenibilidad pueden ir de la mano para preservar el medio ambiente y fortalecer la economía local.
Enhorabuena a “Lafiore” por su dedicación a la creatividad, la sostenibilidad y el rescate de la artesanía local.
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